“Si su empresa o negocio tiene que cambiar -y debe estar continuamente prosperando-, el propietario tendrá que ser el primero en cambiar.”
– M. Gerber.
Lo que algunos consideran un negocio muy atrevido, para otros eso representa un reto más en la cadena de tareas que tiene un emprendedor. Michael Gerber aterriza ciertos criterios para conocer un poco más acerca del carácter de un emprendedor, su relación con el negocio y las claves del éxito a partir de cuadro ideas o mitos.
El “mito E” es la falsa creencia de que las razones por las cuales alguien inicia un negocio se relacionan con el carácter emprendedor.
El segundo mito o idea de Gerber son la forma de realizar negocios alrededor del mundo.
La tercer idea tiene su centro en el llamado “proceso de desarrollo del negocio”, donde el empresario puede sistematizar y aplicar a cualquier negocio. Si las empresas desconocen de este proceso pueden llegar a estar en la larga lista de negocios estancados y posiblemente fracasados.
Por último, la cuarta idea se refiere a la aplicación sistemática del método de las lecciones de la “revolución del cambio” introducidas a las diferentes áreas del negocio, y que al tiempo logrará vitalizar cualquier empresa por pequeña que parezca.
Pero, ¿Qué hacer para emprender o para no emprender? Las decisiones no son sencillas pero Gerber nos auxilia con lecciones que al paso de los años se han convertido en una metodología.
Cuando se toma la decisión de abrir un negocio hay que tener cuidado con las razones que llevan a hacerlo, pues cuando se inicia por el deseo de ya no tener más jefes los problemas salen como un efecto bola de nieve.
A simple vista parece una buena y sana razón, sin embargo, no se miden las consecuencias. Un mal diagnóstico de los motivos que llevan a querer emprender puede ocasionar sentimientos de frustración, ansiedad, miedo, cansancio, incomprensión y hasta desesperación.
El problema deviene de usar tres cachuchas al mismo tiempo: la del emprendedor, el directivo y la del técnico; tres funciones distintas a cargo de la misma persona. Tres trabajos donde cada uno quiere ser jefes. Así, el trabajo termina convirtiéndose en algo rutinario y alejado de cualquier entusiasmo. Se debe evitar a toda costa caer en este desanimo.
De alguna manera esta situación se vuelve un obstáculo para hacer florecer el negocio. Por un lado el emprendedor se despierta con una idea y el director, quien planifica y organiza se espanta; mientras tanto, el técnico –el hacedor- comienza el negocio a su modo, como puede sin seguir un plan, sin alcanzar el objetivo del negocio, sólo trabajar, trabajar y trabajar. Después de todo, el negocio está en marcha, lo “dirige” el técnico, adiós director, adiós emprendedor.
Por ello, Gerber propone ver al negocio ya sea pequeño o grande en un proceso de desarrollo. Parte desde la infancia, pasa por la adolescencia hasta que llega a la edad madura. Una metodología que posibilita generar un cambio en la forma de ver al negocio para proyectar un buen futuro.
Para evitar caer en el común denominador de los negocios que no funcionan, es necesario no condicionarse a lo que el dueño quiere, sino a lo que la empresa necesita. De ahí la importancia de un crecimiento que otorgue los cambios propios a la empresa de acuerdo a la etapa en la que se encuentre.
Durante la infancia, como un niño que apenas está conociendo el mundo, es importante señalar que ninguna pregunta está de más. En esta etapa es cuando el empresario y el negocio son la misma cosa. Cuando comience a ver que ya no ofrece la misma calidad, pierde el entusiasmo y no puede con todo, es el punto de inflexión. Si no cambia no sobrevivirá.
Luego viene la adolescencia. Es el momento donde se busca algún tipo de ayuda externa. El técnico con mucho trabajo ahora necesita de un técnico especializado en el área y que haga las tareas que al dueño no le gustan mucho. Es tiempo de contratar a alguien que realice la administración y la contabilidad del negocio. También necesita despertar al director y al emprendedor que lleva dentro para esta etapa.
Después de una adolescencia tormentosa donde el objetivo último es la sobrevivencia, Gerber señala que se debe ir más allá de la zona de confort.
A esta etapa queremos dedicarle todo un apartado, por lo que la próxima semana podrás seguir leyendo sobre cómo trascender la zona de confort para alcanzar tus objetivos.
P.D. Recuerda que a medida que un negocio crece, las habilidades del propietario para controlarlo también.
Bibliografía: Gerber, Michael. El mito del emprendedor, Ed. Paidós, México, D.F., 2013.
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